Extrañaré sus miradas asombradas a la hora de escuchar cuentos y canciones, sus lágrimas, sus ideas brillantes y esas risas contagiosas que surgían en cada actividad.
No me quiero despedir, sin antes mencionar a los papás que hoy sienten nostalgia, pensando en lo grande que están sus pequeños. Y a ellos les digo GRACIAS: por su apoyo incondicional, su compañía y por depositarme toda su confianza.
Hoy no quiero decir adiós... Quiero decir HASTA SIEMPRE.
Deseo que sean felices, que crezcan con alegría y disfruten cada cosa que hagan.
Los recordaré con amor, con dulzura y alegría, pensando en lo orgullosa que me siento de ustedes. Me enseñaron a disfrutar el día a día, con sus palabras mágicas y su enorme imaginación.
Les dejo un beso muy muy grande, para que no me olviden nunca de mí y sepan que su señorita estará siempre en sus corazones.
Hasta siempre,
Seño Melisa
Les dejo la letra y el video de una canción muy linda...
A menudo los hijos se nos
parecen,
y así nos dan la primera satisfacción; ésos que se menean con nuestros gestos, echando mano a cuanto hay a su alrededor. Esos locos bajitos que se incorporan con los ojos abiertos de par en par, sin respeto al horario ni a las costumbres y a los que, por su bien, (dicen) que hay que domesticar. Niño, deja ya de joder con la pelota. Niño, que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca. Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma, con nuestros rencores y nuestro porvenir. Por eso nos parece que son de goma y que les bastan nuestros cuentos para dormir. Nos empeñamos en dirigir sus vidas sin saber el oficio y sin vocación. Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones con la leche templada y en cada canción. Nada ni nadie puede impedir que sufran, que las agujas avancen en el reloj, que decidan por ellos, que se equivoquen, que crezcan y que un día nos digan adiós. |
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